Las canciones de la Primaria fueron una bendición para mí
LIAHONA SEPTIEMBRE DE 2008p. 39-41
POR JENNIFER A . LYNN
No esperaba beneficiarme de mi llamamiento como líder de música, pero ahora me es difícil pensar en alguna manera en que no me haya beneficiado.
“Sólo le quedan 24 horas de vida, e incluso si sobrevive, quedará con una parálisis de la cabeza a los pies sin posibilidad derecuperarse”. Ése fue el sombrío veredicto que los doctores presentaron a mi familia en marzo de 2004. Con sólo treinta años, había sufrido un ataque que me dejó incapacitada para hablar o moverme. No obstante, incluso en aquellas horas oscuras y solitarias, las experiencias de mi llamamiento anterior como líder de música de la Primaria me dieron esperanza.
Siempre me ha encantado la música, y la letra de los himnos me ha fortalecido. Sin embargo, antes del derrame cerebral, cuando se me llamó como líder de música de la Primaria de mi barrio, me puse muy inquieta. ¿Cómo podría influir positivamente en la vida de los niños? Mi formación musical me había enseñado a fijar metas para la enseñanza, así que decidí ayudar a los niños a sentir el Espíritu al cantar. Cuando cantábamos canciones como “Viví en los Cielos”1, me sorprendía la intensidad de la presencia del Espíritu Santo en la clase, así como las preguntas profundas e inteligentes de los niños acerca de la letra.
Uno de mis métodos preferidos para enseñar fue el utilizar el Lenguaje de Señas Estadounidense (ASL, por sus siglas en inglés). Me di cuenta de que los niños comprendían mejor la canción si analizábamos cómo los signos representaban visualmente las palabras. Disfrutaba mucho al escuchar y ver a los niños cantar por señas “Yo trato de ser como Cristo”2. La veracidad de su mensaje resonaba en mi corazón y con frecuencia sentía que yo era la beneficiaria del Espíritu al que los niños invitaban. Percibía que mi testimonio estaba creciendo y me sentía verdaderamente bendecida por el Señor.
No obstante, las bendiciones de mi llamamiento como líder de música de la Primaria no se limitaban a la sala de clase de la Primaria. Con este llamamiento venía aparejada la necesidad de practicar y tocar la música en casa para así estar preparada cada domingo. Como resultado de ello, aumentó el amor de mis propios hijos por la música de la Primaria. La letra de estas canciones aportó un espíritu de paz y tranquilidad que consolaba a nuestros hijos cuando sufrían algún dolor y les acompañaba hasta que se dormían todas las noches. Nos pedían con insistencia que tocáramos en el vehículo los CDs de Canciones para los niños3, aunque el viaje fuera corto, lo que les permitió memorizar muchas de las canciones.
No obstante, no fue sino hasta después de sufrir el ataque que me di cuenta del alcance de los efectos de esa música en mi vida. Después de tantas experiencias recientes con las canciones de la Primaria, observé que éstas me estaban permitiendo seguir adelante durante las pruebas. En mis momentos más tristes, oraba y cantaba mentalmente “Oración de un niño”4. Cuando alzaba la voz como el niño de la primera estrofa y decía: “Padre Celestial, dime, ¿estás ahí?”, Él me respondía con misericordia y me reconfortaba, asegurándome que Él está ahí, como dice la segunda estrofa de la canción. ¡Qué gran fortaleza y consuelo!
Durante el proceso de recuperación, mi esposo y mis hijos acudían a mi cuarto del hospital para llevar a cabo la noche de hogar, y solían cantar “Allí donde hay amor”5. Aquélla era la última canción que enseñé en la Primaria y era maravilloso escuchar a mis hijos cantarla, con la certeza de que yo había plantado esas semillas. Mientras cantaban, yo me identificaba con la madre de la que habla la canción, que oraba de rodillas (¡cuánto deseaba yo poder arrodillarme también!). Sus ruegos al Padre Celestial eran los mismos que los míos. También compartía su gratitud por la autoridad del sacerdocio presente en mi hogar. Aunque no podía expresar en voz alta a mi familia esos pensamientos, la canción de la Primaria lo hacía por mí.
Ya han pasado casi cuatro años desde que sufrí el ataque, y he logrado recuperar más capacidades de lo que los médicos esperaban. Dispongo de un pequeño margen de movimiento en el brazo derecho, lo que me permite escribir en la computadora y manejar mi silla de ruedas motorizada. Utilizo una variedad adaptada del ASL —que aprendí al desempeñar mi llamamiento en la Primaria— para comunicarme. Gracias a ello, todavía puedo “cantar” las canciones de la Primaria con mis hijos y expresar mis sentimientos a mis familiares y amigos.
Antes del ataque, tenía pensado cantar en el bautismo de mis hijos. En agosto de 2005 se bautizó mi hijo mayor, Zach. Con la mano derecha, logré tocar con dificultad “Cuando me bautice”6, mientras mi esposo me sostenía en el banco del piano. Me sentí bien al expresar mis sentimientos más profundos sobre el bautismo mediante la música y de una manera en que Zach los entendiera.
Cuando comencé a prestar servicio como líder de música de la Primaria, no pensé que ese llamamiento me beneficiaría. ¡Pues sí lo hizo, y de qué manera! Las canciones de la Primaria me han brindado una mayor comprensión de los principios del Evangelio, han fortalecido mi testimonio, me han otorgado la capacidad de comunicarme con mi familia y me han brindado la fortaleza necesaria para perseverar. Puede que la letra y la melodía de las canciones de la Primaria sean sencillas, pero transmiten un mensaje muy claro y un poder evidente.
Quizá no siempre podamos comprender la razón por la que el Señor nos otorga una asignación en especial. Aún así, debemos confiar en el Señor y tener fe en Él y en Sus susurros. Estoy sumamente agradecida por haber sido líder de música de la Primaria antes de sufrir el ataque. Las canciones que ya no puedo cantar siguen permitiéndome transmitir mis sentimientos sobre el Evangelio a los demás. Cada vez que escucho a mis hijos cantar las canciones de la Primaria, sé que su testimonio se está fortaleciendo y que comparten mi amor por el Señor y Su evangelio.
NOTAS1. Canciones para los niños, pág. 148.
2. Canciones para los niños, pág. 40.
3. Artículo Nº 50428 002.
4. Canciones para los niños, pág. 6.
5. Canciones para los niños, pág. 102.
6. Canciones para los niños, pág. 53.